Una sorpresa
Evaristo Carriego
Hoy recibí tu carta. La he leído
con asombro, pues dices que regresas,
y recibí tu carta. La he leído
con asombro y aún de la sorpresa no he salido...
¡Hace tanto que vivo sin sorpresas!
Que por fin vas a verme.... que tan larga
fue la separación ... te lo aconsejo,
no vengas, sufrirías una amarga
desilusión: me encontrarías viejo.
Y como un viejo, ahora, me he llamado
a quietud, y a excepción ¡siempre el pasado!
de uno que otro recuerdo que en la frente
me pone alguna arruga de tristeza
no me puedo quejar: tranquilamente
fumo mi pipa y bebo mi cerveza.
Por la ausente
Evaristo Carriego
Fuma de nuevo el viejo su trabajosa
pipa y la madre escucha con indulgencia
el sabido proceso de la dolencia
que aflige a una pariente poco animosa.
El muchacho concluye la fastidiosa
composición, que sobre la negligencia
en la escuela le dieron de penitencia,
por haber olvidado no sé qué cosa...
Y en el hondo silencio que de repente
como una obsesión mala llena el ambiente,
muy quedo la hermanita va a comenzar
la oración, noche a noche tartamudeada,
por aquella perdida, desamorada,
que hace ya cinco meses dejó el hogar.
Comments